Es una escena habitual en muchas fincas españolas. Llega el otoño, el pasto empieza a escasear y bajo los robles aparecen montones de bellotas. El caballo sale al prado, husmea el suelo y, casi sin que nadie lo note, empieza a comerlas. Muchos propietarios se preguntan entonces si realmente existe un riesgo o si se trata de una preocupación exagerada. La respuesta, desde la toxicología veterinaria, es clara: sí, las bellotas pueden ser tóxicas para los caballos y el problema puede ser grave, pero deben de darse unas circunstancias determinadas, que hacen que la frecuencia de aparición sea baja.
¿Por qué las bellotas pueden resultar peligrosas?
Las bellotas proceden de árboles del género Quercus, como robles, encinas o alcornoques, muy comunes en la Península Ibérica. Estas especies contienen taninos, unas sustancias naturales que la planta utiliza como mecanismo de defensa.
No todos los taninos actúan igual. En el caso del caballo, los más peligrosos son los taninos hidrolizables, que se encuentran en mayor concentración en las bellotas verdes e inmaduras y en los brotes tiernos de primavera. Cuando el caballo los ingiere en cantidad suficiente, estos compuestos se transforman en sustancias tóxicas que pueden dañar órganos vitales.
Las bellotas son más tóxicas según algunas variables
La intoxicación por bellotas no es frecuente todos los años, pero cuando aparece tiene consecuencias serias. Se considera una toxicosis estacional, con dos momentos clave de riesgo en España:
Otoño: la caída de las bellotas
Entre septiembre y noviembre se produce la caída masiva de bellotas, muchas de ellas aún verdes. Estas son las más peligrosas porque concentran más taninos hidrolizables. Si el caballo consume grandes cantidades, el riesgo de intoxicación aumenta de forma significativa.
Primavera: brotes y hojas jóvenes
En primavera, especialmente entre febrero y abril en algunas especies como el rebollo (Quercus pyrenaica), aparecen brotes y hojas tiernas. Su ingestión en grandes cantidades también puede provocar cuadros tóxicos.
Una intoxicación por escasez de comida
La presencia de robles en un prado no implica necesariamente un problema. La intoxicación por bellotas suele considerarse una enfermedad de manejo. El riesgo aumenta cuando el caballo no dispone de suficiente forraje de calidad y busca alternativas para alimentarse.
Aunque las bellotas tienen un sabor amargo, algunos caballos desarrollan gusto por ellas, sobre todo si el pasto es escaso. En estas condiciones, pueden ingerir cantidades suficientes como para alcanzar una dosis tóxica.
¿Qué causa el envenenamiento?
Tras la ingestión de bellotas verdes, los taninos hidrolizables se transforman en compuestos que pasan al torrente sanguíneo y se eliminan a través del riñón. Durante este proceso provocan un daño directo en los túbulos renales, dando lugar a una necrosis tubular aguda.
Este fallo renal agudo es la principal causa de la elevada mortalidad asociada a la intoxicación por Quercus. Por este motivo, el nivel de riesgo se considera alto, con una gravedad estimada de 8 sobre 10.
Síntomas que deben alertar al propietario
La intoxicación por bellotas es una urgencia veterinaria. Los síntomas no siempre aparecen de inmediato y pueden manifestarse varios días después de la ingestión.
Fase digestiva
Los primeros signos suelen afectar al aparato digestivo:
- Falta de apetito y apatía.
- Cólico y dolor abdominal.
- Cambios en las heces: primero estreñimiento y después diarrea intensa, a veces con sangre o mucosidad.
- Pérdida rápida de peso.
Fase sistémica y renal
A medida que el daño renal progresa, aparecen signos más graves:
- Deshidratación.
- Cambios en la cantidad de orina, que puede ser excesiva al inicio y disminuir drásticamente después.
- Presencia de sangre en la orina.
- Olor a amoníaco en el aliento, indicativo de uremia.
- En casos avanzados, ictericia y deterioro general marcado.
En yeguas en gestación, la ingestión de bellotas se ha relacionado con abortos y problemas en el desarrollo del potro, lo que añade un riesgo adicional.
Diagnóstico y pronóstico
El diagnóstico se basa en la historia clínica, la presencia de robles o bellotas en el entorno y los signos clínicos. El veterinario confirmará el daño renal mediante análisis de sangre, especialmente evaluando los niveles de urea y creatinina.
El pronóstico depende en gran medida del grado de afectación renal. Cuando la insuficiencia renal es grave, la recuperación es poco frecuente, lo que refuerza la importancia de la prevención y de una actuación rápida ante los primeros síntomas.
Prevención: la clave para evitar problemas
Dado que el tratamiento es complejo y el pronóstico reservado en casos graves, la prevención es fundamental.
Manejo del entorno
- Identificar los robles, encinas y alcornoques presentes en las zonas de pastoreo.
- Restringir el acceso a áreas con caída abundante de bellotas en otoño.
- Evitar el pastoreo en zonas con brotes tiernos en primavera.

Manejo nutricional
Garantizar que el caballo disponga siempre de forraje suficiente y de buena calidad reduce de forma notable el riesgo de que consuma bellotas. Una alimentación equilibrada, bien planificada y adaptada a la época del año es una de las herramientas preventivas más eficaces.
En situaciones en las que no es posible eliminar por completo el acceso a las bellotas, existen estrategias nutricionales específicas destinadas a neutralizar los taninos en el aparato digestivo antes de que sean absorbidos. El veterinario o el nutricionista equino indicará la opción más adecuada para cada caso.
¿Qué hacer ante la sospecha de ingestión de bellotas?
Si existe la mínima sospecha de que un caballo ha ingerido bellotas en cantidad, es imprescindible contactar de inmediato con el veterinario. El tratamiento, que incluirá medidas de descontaminación digestiva y soporte intensivo, debe ser prescrito y supervisado por un profesional.
Conclusión
La toxicidad de las bellotas depende de los taninos que tengan. Estos aumentan en las bellotas verdes inmaduras y casi no existen en las maduras de color marrón.
Por eso, las bellotas solo son tóxicas para los caballos cuando se consumen en cantidades importantes si están maduras. La toxicidad aparece en ingesta de cantidades menores si están verdes.
Los taninos tienen sabor desagradable y los caballos evitan comer las que tiene más taninos, pero si el campo escasea, un alimento desagradable que no se comerían en condiciones normales, se vuelve necesario y la ingesta aumenta.
Por lo tanto, para que aparezca la intoxicación han de darse varias circunstancias especiales, lo que no quiere decir que no sean tóxicas.
Aunque la intoxicación no es frecuente, por esos condicionantes necesarios, sus consecuencias pueden ser muy graves debido al daño renal que provoca.
La buena noticia es que se trata de un problema en gran medida prevenible. Un manejo adecuado del pasto, una alimentación correcta y una vigilancia especial en otoño y primavera son las mejores herramientas para proteger la salud del caballo y evitar riesgos innecesarios.
