16 Marzo 2021

Salud


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Cómo mejorar las defensas del caballo

Las defensas son esas amigas responsables de la salud de hierro de algunos caballos, que parecen tener un origen inexplicable, pero que en realidad podemos moldear más de lo que pensamos.

En el Blog de Pavo hablaremos sobre cómo mejorar las defensas del caballo gracias a fortalecer la llamada inmunidad innata.

Inmunidad adquirida e innata en el caballo

Inmunidad adquirida

Cuando un patógeno llega al caballo, el sistema inmune se pone en marcha, reaccionando de modo muy diferente si antes había contactado con ese microorganismo o no.

Si lo había hecho, el cuerpo tiene un trabajo ya adelantado y se aprovecha de la memoria celular para crear defensas contra ese microorganismo. Es como si en su “biblioteca de defensas” tuviese ya ordenes previas, moldes y datos para crear anticuerpos (inmunoglobulinas) contra ese organismo a toda velocidad. Por la tanto, el caballo se defenderá muy rápido de un ataque.

Si el caballo nunca había tenido contacto con ese patógeno, requerirá de más esfuerzo y tiempo para crear los anticuerpos. Tiempo que tal vez no sea suficiente para plantarle cara al agente infecciosos y, como consecuencia, surge la enfermedad.

La importancia de la vacunación

En este mecanismo de memoria se basan las vacunas de los caballos, y por lo mismo, normalmente requieren dos dosis iniciales. La primera, para que el sistema inmune se ponga en marcha, y la segunda, para sacar el mayor rendimiento en la formación de anticuerpos y que alcancen una cantidad suficiente para poder luchar rápidamente contra un microorganismo determinado.

Cuando ese microorganismo alcanza a un animal vacunado, va a encontrarse con unas defensas de anticuerpos suficientes para neutralizarlo, o al menos, poder combatirlo hasta que una tercera oleada de anticuerpos, producida por el caballo, aparezca en el torrente sanguíneo, gracias a esa memoria del sistema inmune para acelerar la defensa.

Pero las defensas contra agentes infecciosos no solo las forman los anticuerpos, existen otros mecanismos que se conocen como inmunidad innata.

Inmunidad innata

Mientras que la inmunidad basada en la creación de anticuerpos se conoce como inmunidad adquirida o adaptativa y es muy específica de esa enfermedad, la inmunidad innata es más generalista y se basa en reconocer patrones moleculares asociados a patógenos.

Es como si el sistema inmune dijese: por lo que yo sé, este microorganismo que acaba de entrar tiene todas las papeletas de ser nocivo, así que, ¡pongámonos en marcha! Y el sistema inmune envía células que fagocitan al agente extraño. Cuando lo destruyen, a su vez, se liberan sustancias químicas que siguen informando al sistema inmune sobre si estaba en lo cierto, para que envíe a otros frentes de defensa.

En esta lucha hay bajas en el enemigo, pero también en las tropas aliadas, y el organismo debe reponerlas para seguir luchando.

Esto tiene un coste en energía y en “material de reposición”. Si el organismo dispone de ese material, el sistema inmune “fabricará” nuevas armas defensivas: linfocitos, macrófagos, leucocitos, anticuerpos...

El organismo también debe de reponer los tejidos de los órganos dañados y, como sabemos, esto también necesita proteínas, lípidos, vitaminas, minerales...

Estas necesidades de fabricación y reconstrucción nos indican que tener un cuerpo sano y bien preparado, con las defensas fuertes, supone una predisposición a la victoria, y que tener un cuerpo debilitado o con pocas reservas encamina a una derrota.

La inmunidad innata es muy importante a la hora de luchar contra enfermedades que no tienen una vacuna.

¿Se puede mejorar la lucha contra enfermedades infecciosas mejorando la respuesta inmune innata?

Definitivamente sí, para lo cual deberás:

  • Fortalecer la salud de las barreras protectoras: dérmica (piel y mucosas), respiratoria, intestinal, genital, etc.
  • Favorecer la salud de la flora “amiga” o microbiota del intestino, de la piel, respiratoria, genital, etc.
  • Disminuir las situaciones estresantes como el transporte, la competición, etc.
  • Mejorar la alimentación, para aportar proteína de calidad, lípidos, vitaminas, y macro y micronutrientes, que ayuden a reponer tejidos dañados, formar barreras protectoras intactas, y generar nuevas células defensivas.
  • Aportar suplementos que garanticen la reposición de nutrientes esenciales para fortalecer:
    • Un sistema inmunitario que ha sido sobreexplotado: enfermedades agudas intensas o crónicas prolongadas, situaciones estresantes repetidas, animales de edad avanzada, etc.
    • Un sistema inmunitario que se prevé se necesitará con todo su potencial: posibles brotes infecciosos, competiciones largas, viajes...

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